Por primera vez desde Amadeus (1984) la mejor película aborda la figura de un músico
La música, protagonista en la gala de los Oscar
Green book, ganadora del Oscar a la mejor película, aborda magistralmente las dificultades que enfrentó en 1962 el excelso pianista Don Shirley durante una gira de conciertos por el profundo (y racista) sur estadounidense. Las interpretaciones de Queen, protagonista de Bohemian rhapsody, y de Lady Gaga y Bradley Cooper, protagonistas de Ha nacido una estrella e intérpretes de Shallow, Oscar a la mejor canción original, pusieron el broche de oro a una gala marcada como nunca por la música.
Este ha sido un año grande para la música en la gran fiesta del cine de Hollywood. Tres de las nominadas a Mejor película estaban relacionadas con la música, y una de ellas fue la ganadora. Desde Amadeus (1984), la inconmesurable película de Milos Forman sobre Mozart (y Salieri) que adaptaba la obra teatral de Peter Shaffer, no había sido galardonada con el Oscar a la mejor película una obra basada en un músico.
Este año, Green book ha roto con todo derecho el maleficio. La obra de Peter Farrelly se centra en la relación entre Shirley (interpretado por Mahershala Ali, quien también obtuvo el Oscar al mejor actor de reparto por su construcción del carismático artista) y su chófer (Viggo Mortensen, protagonista del film), dibujando con precisión la compleja figura de un músico tan genial como atormentado por los conflictos de identidad que tuvo que gestionar para ser un intérprete afroamericano tocando música de blancos.
Ha nacido una estrella y Bohemian Rhapsody, el broche de oro
Pero además, en esta edición, de manera ciertamente inusual, compitieron por ese Oscar a la mejor película otras dos producciones cuyos personajes principales son músicos: Ha nacido una estrella, cuarta versión de este clásico del cine (cuya primera versión, dirigida por William Wellman, data de 1937, revisitada en 1954 por George Cukor y en 1976 por Frank Pierson), y Bohemian rhapsody, retrato casi pontificio sobre el grupo británico Queen y especialmente sobre su líder, Freddie Mercury.
En la primera de ellas, protagonizada y dirigida por Bradley Cooper, se produce una situación cuando menos curiosa: Lady Gaga deja de ser ella misma, se desprende de su áurea de diva pop y se transforma en una actriz que interpreta a una cantante. Gaga y Cooper soportan magníficamente un drama que en versiones anteriores habían protagonizado Fredric March y Janet Gaynor(1937), James Mason y Judy Garland (1954) y Kris Kristofferson y Barbra Streisand (1976). Por su parte, Bohemian rhapsody ha multiplicado la repercusión de las canciones de Queen, que han llegado a generaciones que ni habían nacido cuando Mercury murió en 1991. Ambas películas fueron tan protagonistas como la ganadora gracias a los dos momentos mágicos que protagonizaron.
En primer lugar, la banda británica Queen, acompañada por el vocalista estadounidense Adam Lambert en el lugar de Freddie Mercury, abrió esta 91 edición de los Óscar con una poderosa actuación en directo. Por primera vez en treinta años, los Óscar no tenían presentador, tras la renuncia de Kevin Hart, por lo que la Academia de Hollywood encargó a Queen que hiciera los honores de comenzar la gala más importante del cine con fragmentos de canciones como “We Will Rock You” o “We Are the Champions”.
El segundo momento mágico musical se produjo cuando Lady Gaga y Bradley Cooper subieron al escenario para interpretar Shallow, ganadora del Oscar a la mejor canción original. Era uno de los momentos más esperados de la gala y ambos cumplieron las expectativas con una actuación íntima en la que se zambulleron directamente desde el patio de butacas para lograr una versión muy emotiva de Shallow.
El Oscar a la mejor canción original es uno de los premios otorgados por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos -AMPAS- en reconocimiento a aquellos compositores cuyas canciones —creadas específicamente para acompañar una película— hayan sido elegidas como las mejores. Los intérpretes de dichas canciones no ganan el premio a menos que hayan contribuido en la musicalización, escritura o ambas. La categoría fue introducida a partir de la séptima ceremonia, celebrada en 1934. Una canción será nominada al Oscar si recibe los votos necesarios por los compositores miembros de la Academia, mientras que la ganadora será elegida por todos los miembros en general.