Poco apoyo institucional
Músicos de Barcelona describen la precariedad de la profesión
Nando Cruz firma en El Periódico un reportaje en el que una decena de músicos describen con detalle el entorno de precariedad con el que deben bregar los artistas en Barcelona. Algunos recuerdan “con nostalgia y bastante rabia” los tiempos en que aún existía “un tejido que te permitía empezar tocando en la calle, luego ir a un garito, hacerte un público y con el dinero que sacabas, grabar tu primer disco”.
El reportaje menciona también el apoyo institucional que recibe la profesión en el resto de Europa, más sólido que en nuestro país a juicio de algunos de los entrevistados:
“Si eres músico, vivir en Barcelona es un poco de chalado”, asegura Oriol Roca. Él se gana la vida tocando principalmente en Bélgica, Italia, Holanda y Francia. En este último país, explica, la situación laboral del músico se resolvió en 1936 mediante un régimen de intermitencia según el cual los músicos que realizan 43 conciertos en diez meses (con sus 43 facturas) pasan a ser profesionales y tienen derecho a una ayuda económica si no trabajan. Este sistema engloba a actores, técnicos, iluminadores y demás oficios relacionados con la cultura. En el país vecino también ocurren otras cosas: los locales reciben ayudas públicas para programar conciertos, lo cual permite pagar mejor al músico. El caché mínimo obligatorio para contratar a un músico es de 150 euros.
Aquí salta otro debate porque, de hecho, esas ayudas sí existen. Lo que ocurre es que en España las subvenciones a salas suelen ir destinadas a obras de insonorización o de adecuación arquitectónica. Schvarzman lanza la pregunta clave: “¿Por qué las subvenciones para insonorizar las salas vienen de la partida de cultura y no de la de medioambiente? Si el dinero destinado a la cultura va a insonorizar, nos quedamos sin dinero para la cultura”.