Roberto Nieva Quintet
Saxo alto, trompeta, piano, contrabajo y batería
Se ansiaba este trabajo y, sin embargo, se ha tenido la misma paciencia que su autor. El altosaxofonista Roberto Nieva ha esperado su debido tiempo para publicar su primer disco, aguardando a que las esencias de su soplo jazzístico se hicieran reconocibles, necesarias.
Es revelador el título de su ópera prima, Process, pues en él habita todo el proceso que le ha llevado por decenas de escenarios, cientos de colaboraciones y conciertos, miles de horas de ensayos, de búsqueda. En su actitud uno descubre el primer aplauso, pues en el mundo acelerado que vivimos, en esa carrera frenética por alcanzar un éxito mal entendido, raramente nos topamos con artistas que hablan despacio, que se miran hacia dentro y escuchan. Es Nieva un poderosísimo instrumentista, un ‘soplador’ con todos los fuegos del bebop más académico, pero ha esperado su momento para ponerse al frente de los créditos y firmar unas composiciones honestas. Segundo aplauso. El tercero viene dado por un extraño sentimiento compositor, que te evoca permanentemente a los clásicos y sin embargo siempre te orilla en lo contemporáneo. Mucha personalidad la del joven abulense escribiendo música, pues ya todos sabíamos de su autoridad —se insiste— como intérprete. Un talento que ha dado un paso al frente para quedarse, y ya lo añorábamos.
La genérica Process y Wetiko te tumban en el asiento —¡qué manera de soplar! —, mientras que One of those days te muestra su inteligencia o I never was like that te enseña su instinto más poético. En todo proceso hay muchos factores, sobresaliendo aquí los que figuran a su lado: el trompetista cubano Maikel Vistel, el pianista Richard Sears, el contrabajista “El Negrón” y el baterista Guilhem Flouzat se convierten en justo sostén de tanto poderío jazzístico, al tiempo que son estímulo también. Enorme disco y enorme música, con tremendo carácter, personalidad y músculo jazzísticos. Enorme Roberto Nieva.