Maria Guadaña
Rock arrabalero para salones de té, Andalucía
Descarnada, igualadora, enlutada, pelona chingona, malquerida, bien amada, amante envidiosa… María Guadaña. El universo de María Guadaña se mueve entre la venganza, el desamor, la sensualidad y la muerte. Cuánta belleza. Una afirmación de femineidad e inteligencia. Y de emociones. Músicas y letras que se pegan a la piel. Precipicios a los que asomarse. Jirones de vida convertidos en canciones. Un corazón atravesado por agujas.
La jienense se abre en canal con sus tonadas. Aquí no hay concesiones: ¿rock de arrabal, post punk melancólico, folklore urbano o cabaret milenarista? ¿Qué más da? María Guadaña consigue estremecer sin recurrir a más recurso que su agridulce garganta, la poesía de su pluma y la impedimenta de sus mimbres musicales que la entroncan con artistas como Lhasa de Sela, PJ Harvey, Nick Cave o Mark Lanegan.
Lo primero que nos llega de María Guadaña es “La Muerte”, una especie de vademécum panhispánico de la acepción. Una macabra nana en la que su voz transmite escalofrío y arrebato a lomos de una línea de bajo y unos acordes de guitarra que traducen inquietud y desasosiego. Un tajo sutil pero cruento como la mismísima parca.
Para su debut, 5 cortes con letra compuesta por María Guadaña y música en colaboración con el productor Tonio Martínez (L17Musiclab, Córdoba), también encargado de la mezcla [Anaut / Víctor Coyote]. Le acompañan los afiladores Carlos Sosa [Fuel Fandango, Zahara] en la batería y las percusiones, Gabri Casanova [Anaut y Vinila Von Bismark] en los teclados, el bajo de Javi Geras [Anaut y Sinouj] y las guitarras de Pablo Pérez [Laredo].