Celebrado entre el 8 y el 11 de mayo
AIE participa en BIME-Bogotá con el panel La gestión internacional de los derechos de los artistas
AIE ha participado un año más en BIME Bogotá, que se está consolidando como un punto de encuentro de referencia para la industria musical internacional de ambos lados del Atlántico y que en esta nueva edición se ha celebrado entre el 8 y el 11 de mayo. Y lo ha hecho con el panel La gestión internacional de los derechos de los artistas, en el que se han aclarado dudas sobre los derechos de propiedad intelectual que la explotación internacional de la música genera para los artistas, así como sobre la forma de recaudarlos.
De izquierda a derecha: Vicky Echeverri, Álvaro Hernández-Pinzón, Maritza Rojas y Sebastián Sánchez Polanco.
El debate contó con la participación de Maritza Rojas, directora general de la Sociedad Nacional de Intérpretes y Ejecutantes de la Música (SONIEM) de Perú; Vicky Echeverri, cantante, compositora, productora colombiana y directora de La Editora Music Publishing de Miami (Estados Unidos), Álvaro Hernández-Pinzón, director de Negocio Global de AIE y estuvo moderado por Sebastián Sánchez Polanco, asesor de la Dirección Nacional de Derecho de Autor de Colombia (DNDA).
Álvaro Hernández-Pinzón abrió el coloquio señalando, como punto de partida necesario para abordar la gestión internacional de derechos, que no hay homogeneidad, ya que según el lugar en que nos encontremos hay más o menos derechos reconocidos, lo que complica mucho la gestión en el entorno digital: “Precisamos que los derechos de gestión colectiva provengan del entorno digital y no del entorno analógico, en el que cada vez son menos los derechos y tienen menos peso económico. Hay un camino que recorrer”.
Un camino en el que tienen mucho que aportar las entidades de gestión colectiva, señaló Maritza Rojas, directora general de SONIEM, porque “son herramientas para los artistas, pero también benefician a la sociedad en su conjunto”, ya que “aunque tienen como principal función recaudar y repartir, también tienen la obligación legal de destinar un porcentaje de la recaudación neta a fines sociales y culturales”.
Y es que ese importante papel de la gestión colectiva, es poco conocido no solo entre el gran público sino incluso entre muchos artistas: “Cuando me hice socia de AIE hace unos años –explicó Vicky Echeverri– empecé a entender que la mayoría de los artistas no tenemos ni idea de dónde está la plata de la industria de la música, que todo el tiempo en todos los países se recauda una cantidad de plata que se tiene que repartir y que si no se firma un acuerdo de gestión, no se recauda. Porque muchas veces uno llega hasta el compositor, pero no tiene presente la recaudación de la parte de ejecución pública de los ejecutantes, cantantes, guitarristas, en discos, en vídeos, que es una parte importante y muy significativa económicamente y que muchas veces se pierde en nuestra carrera”.
“Y no solo los artistas –prosiguió Echeverri-, muchos productores jóvenes ni siquiera saben cómo recaudar su plata de la parte editorial y mucho menos entienden que existen sociedades de gestión colectiva que recaudan por la ejecución pública del músico, del cantante, que no tiene nada que ver con el derecho de autor como compositor, sino con el derecho conexo como ejecutante. Yo realmente me siento muy agradecida a AIE porque para mí asociarme marcó un antes y un después. Y recomiendo siempre a todas y a todos los músicos con los que trabajo que se asocien a AIE y que cuando les llegue el primer cheque me inviten a un cafecito y cuando les llega se ponen muy felices”.
La importancia de la gestión colectiva
Esos ingresos provienen de una recaudación en la que cada vez tiene más peso la gestión internacional, indicó Álvaro Hernández-Pinzón: “A cualquier artista de cualquier lugar le pueden escuchar en cualquier parte del mundo y la primera dificultad es que no en todos los lugares el artista tiene los mismos derechos, pero, aún así, la recaudación internacional tiene cada vez más peso y ya estamos recaudando unos 1.200 millones de dólares al año. AIE hace una búsqueda activa de titulares y de repertorios, por lo que hoy día los porcentajes de reparto son altísimos”.
“Porque generas dinero –detalló Hernández-Pinzón- cuando tu música suena: cuando la ponen en un centro comercial, cuando suena en una película, etc. Y siempre se reparte en función de dónde y cuánto se ha escuchado esa música, no de si un artista tiene más o menos poder de negociación para firmar una regalía más alta. Las entidades de gestión estamos muy comprometidas con desarrollar los derechos, con adaptarlos a la realidad digital, para que los artistas realmente tengan derechos que se correspondan con lo que aportan, ya que son el actor fundamental de cualquier modelo de negocio basado en la explotación comercial de música. Hemos vivido una evolución muy grande y abordamos ya el siguiente reto: que en los siguientes años se produzca la consolidación definitiva de la gestión colectiva de derechos de gestión en el entorno digital, incluyendo, por qué no, el nuevo escenario de la inteligencia artificial”.
“También respecto a la copia privada hay mucho por avanzar –señaló Maritza Rojas-, pues Perú y Paraguay son los únicos dos países de Latinoamérica que la reconocen, pero mientras que en Paraguay existe una gestión muy eficiente, en Perú no se está gestionando bien, porque la norma que regula la copia privada es de 2003 y solamente contempló soportes analógicos. Es decir, es muy importante hacer una reforma legislativa, pero existe la preocupación entre las diferentes sociedades de gestión colectiva de correr el riesgo de que desaparezca la copia privada. En todo caso, la posición de SONIEM es que es mejor arriesgarnos a reformarlo que no hacer nada”.
“AIE tiene al artista en el centro”, añadió Álvaro Hernández-Pinzón, “todo lo que hace AIE es para el artista, porque el artista ya está en cualquier parte del mundo y tejer una red de reciprocidad, de intercambio de derechos, con una entidad de cualquier parte del mundo es una prioridad absoluta. La entidad de gestión permite al artista controlar sus derechos a través de los órganos de gestión y de control. El artista sabe que va a percibir regalías por el uso que se hace de su música, porque tenemos unos estándares de transparencia y de calidad enormes. No hay ahora mismo en la industria de la música nadie que tenga una tecnología tan avanzada como las entidades de gestión y eso nos permite saber qué música está sonando de cualquier artista en cualquier parte del mundo”.
Maritza Rojas abundó en esa línea: “La gestión internacional del artista es fundamental para garantizar que los titulares cobren sus regalías desde cualquier parte del mundo donde su música está teniendo difusión pública. SONIEM representa a los artistas peruanos a nivel internacional y esto nos ha permitido celebrar una serie de convenios de representación recíproca, actualmente ocho activos, uno específicamente con AIE en España que nos representa ante el resto de los países del mundo. Es muy importante la transparencia: al final el dinero debe llegar a quien le corresponde y si un artista está sonando en cualquier país del mundo, lo mínimo que merece es recaudar lo que le corresponde por la explotación de su música en cada país”.
Vicky Echeverri añadió por su parte que “todavía no hay conciencia sobre la gestión colectiva. La mayoría de los artistas no recaudan lo que podrían, tanto por desconocimiento como por miedo con el contrato, con ser engañado. Hay que hacer entender a los artistas que las sociedades están para ayudarnos”.
Sobre la dificultad de recaudar en el entorno digital, último asunto abordado ya en el turno de preguntas, Álvaro Hernández-Pinzón explicó: “Para que las entidades de gestión recaudemos también el derecho digital, que es ahora mismo donde está el dinero, es necesario que los Estados reconozcan ese derecho, que den ese paso y reconozcan que al igual que la gente escuchaba la música en la radio, ahora la escucha en las plataformas digitales. Y los artistas tienen que tener esa conciencia y empujar a los gobiernos, a los legisladores, para que den ese paso como se ha dado ya en países como México, España, Bélgica o recientemente Uruguay, para que las entidades de gestión de artistas podamos negociar con las plataformas en nombre de los artistas y pagarles esas regalías por el uso de su música”.