Tenía 75 años
Fallece Elisa Serna, artista esencial de la canción protesta
Elisa Serna, artista fundamental de la canción social y de protesta en España en sus diferentes facetas como poeta, compositora y cantante, falleció el pasado 4 de septiembre como consecuencia de un infarto en la localidad madrileña de Villalba. Sus restos mortales fueron trasladados al Tanatorio de San Isidro en Madrid, donde fue despedida por compañeros y amigos, quienes después interpretaron canciones en el parque aledaño al tanatorio. La Sociedad de Artistas AIE se despide de una de sus socias más queridas y envía sus condolencias a familiares y amigos.
Elisa Serna, nacida Elisa Gil Sánchez en Madrid hace 75 años, comenzó su carrera en el colectivo «canción del pueblo» junto a Hilario Camacho, José Manuel Bravo, José Luis Leal o Manuel Toharia. En los años 70 formó parte del grupo de teatro Tábano con la orquesta Madres del Cordero, junto a Luis Mendo, Moncho Alpuente o Luis Cocodi, entre otros, que hicieron posible «Castañuela 70» en el teatro de la Comedia de Madrid, un espectáculo revulsivo que significó un antes y un después en el teatro español.
Pionera de la canción militante en castellano, euskera y catalán, siempre se reconoció admiradora del folclorista y dulzainero Agapito Marazuela, por una parte, y del cantautor valenciano Paco Ibáñez, por otra, adscribiéndose a la corriente representada por ambos tanto respecto al estilo poético como al compromiso ideológico de izquierdas. Fue militante del Partido Comunista de España, del sindicato Comisiones Obreras y de otras organizaciones progresistas.
En 1972, Elisa Serna grabó su primer disco, «Quejido», con la ayuda de Paco Ibáñez. En 1975 también en París grabó dos discos que nunca se editaron en España, uno junto a Eva Forest y Alfonso Sastre contra la pena de muerte, y otro que firmó con el pseudónimo de María Borroco. En España también en 1975 se publicó «Brasa viva», considerado su disco más personal y uno de los mejores de su carrera. Después plasmaría sus preocupaciones en «Choca la mano», de 1977, con temas como la situación del Sahara, la represión de la mujer, la situación del País Vasco o la lucha por la democracia.
Sus creaciones se vieron caracterizadas por una delicada elaboración poética, con una gran amplitud temática pero especialmente antifascista, feminista, poético y social. Su propuesta musical evolucionó desde la canción folclórica a la canción popular y a la de raíz semítica, como mostraba su postrera composición, que pensaba presentar próximamente, con evocaciones del Rubaiyat del poeta persa Omar Keyam y del árabe Tawfir.
Decenas de sus temas se vieron signados por un propósito de combate contra la injusticia, la discriminación ideológica y de género y frente a la represión que, bajo el franquismo, sufrió personalmente en la cárcel de Alcalá de Henares, con cuantiosas multas y numerosas amenazas por parte de la Brigada Político Social franquista, que seguía de cerca sus actuaciones, interrumpidas en muchas ocasiones por la policía.
Su personalidad afable y solidaria la hizo querida, admirada y respetada en el mundo artístico, en el que mantuvo amistades permanentes con las también cantautoras Marina Rosell, Julia León y Clara Ballesteros, así como con el desaparecido Hilario Camacho, y los citados Javier Bergia y Javier Batanero, entre muchos otros artistas, con todos los cuales participó en recitales, actuaciones y festivales y grabaciones de una amplia discografía.
Había cantado el sábado 1 de septiembre junto a Clara Ballesteros, Javier Bergia, José María Alfaya, Javier Batanero, Andrés Sudón, Marta Plumilla y Juan Fernández Fernández, que acompañaba a Elisa con la guitarra, en el local Kalia Panoia de Collado Mediano. Tras sentirse mal durante el fin de semana, sus amigos Víctor Claudín y Chus Aparicio la condujeron al hospital de Collado Villalba donde falleció el martes siguiente a causa de un infarto de miocardio mientras esperaba una segunda intervención.