I Jornada sobre industrias culturales organizada por ADEPI junto a CEOE
Pedro Sánchez reitera el compromiso del Gobierno con apoyar y proteger la propiedad intelectual
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, inauguró el pasado miércoles la I Jornada CEOE-ADEPI sobre las industrias culturales y creativas, que bajo el lema “un valor al alza” ha abordado los retos inmediatos de los sectores audiovisual, musical y editorial.
La presencia de Pedro Sánchez en este evento fue una muestra del compromiso del Gobierno con el impulso y la valorización de las industrias culturales y creativas en España: «Es necesario impulsar la innovación, la formación y la protección de la propiedad intelectual en estas industrias para garantizar su desarrollo sostenible en el futuro», afirmó el jefe del Ejecutivo.
En la apertura institucional intervinieron Antonio Garamendi, presidente de CEOE, Enrique Cerezo, presidente de EGEDA y de la Comisión de Cultura y Deporte de CEOE, y Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. Garamendi señaló: “Los empresarios de este país entendemos la cultura como un pilar fundamental de la economía, por lo que la apoyamos y la proyectamos”. El presidente de CEOE puso como ejemplo del importante peso de la cultura en la economía española la existencia de más de 150.000 empresas de la industria de la cultura, que aportan aproximadamente el 3,5% del PIB.
Por su parte, Enrique Cerezo recordó que «el sector cultural es clave en el desarrollo y avance de la sociedad», y que «por eso debe ser impulsado y promovido por todas las administraciones públicas como una cuestión de Estado». También apuntó la importancia de una industria que da empleo a 700.000 personas y está formada mayoritariamente por pequeñas y medianas empresas, «no solo por el valor cultural y económico que representa, sino también como motor y arrastre de otros sectores».
El presidente de EGEDA defendió la aplicación de políticas que mejoren la protección de la propiedad intelectual, señalando que promover y fortalecer el sistema de gestión colectiva que es la razón de ser de ADEPI es la herramienta más eficaz para impulsarlas.
PEDRO SÁNCHEZ: «LA CULTURA ES UN SECTOR ESTRATÉGICO PARA ESPAÑA»
A continuación, en su intervención ante las casi trescientas personas entre asistentes y prensa que llenaron la Cátedra Mayor del Ateneo de Madrid, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, resaltó la «potencia» de la industria cultural española, que es «un auténtico referente global de creatividad y talento», y el carácter «estratégico» de un sector que emplea en España a 700.000 personas y representa el 3,3 % del PIB, con un impacto «absolutamente decisivo en los logros sin precedentes de otros sectores clave de nuestra economía, como el turismo».
Sobre la inteligencia artificial, el presidente del Gobierno señaló que es una oportunidad de progreso y crecimiento pero que debe abordarse desde la premisa de que la creación y los creadores no pueden ser perjudicados por su desarrollo e implantación: “Los derechos de autor deben prevalecer para proteger a los creadores frente al desafío que supone el desarrollo imparable de la inteligencia artificial”.
Sánchez aseguró también que se seguirá avanzando en el desarrollo del Estatuto del Artista, “un hito de la pasada legislatura en el que el Gobierno trabaja para su completo desarrollo y con el que, por primera vez, se ha creado un contrato laboral artístico de duración temporal, que se ajusta a las necesidades y especificidades del sector”.
«La cultura es la mejor forma, la más hermosa, de presentar a nuestro país al otro lado de nuestras fronteras, también de reconocernos, de comunicarnos y de identificarnos entre nosotros. Pero creo que necesita contar con el respaldo de una industria cultural fuerte y dinámica», aseguró el presidente del Gobierno.
«LA CULTURA ES EL MOTOR DE LA ECONOMÍA»
La jornada arrancó con una conferencia magistral de Pau Rausell, economista y profesor titular del Departamento de Economía Aplicada de la Universitat de València, sobre el valor para la economía de los sectores culturales y creativos.
Rausell explicó, utilizando numerosas fuentes y datos obtenidos a partir de recientes trabajos de investigación, que la productividad media de las industrias culturales y creativas está por encima del conjunto del resto del sector de servicios y por encima también «de otros sectores a los que se suele prestar mucha atención, como el turismo».
El ponente concluyó que «la información disponible y los datos objetivos demuestran no solo que la cultura y la creatividad son uno de los elementos centrales de las estrategias de desarrollo» sino que una estrategia centrada en la cultura y la creatividad sería la manera más rápida, barata y eficaz para mejorar la productividad de la economía española, “y además satisfaciendo mejor los derechos culturales de la ciudadanía”.
A continuación intervino el secretario de Estado de Cultura, Jordi Martí, quien puso el acento en «el valor intrínseco de la cultura», dijo en alusión a la condición humana de la creación: «Ese valor no podemos olvidarlo, aunque el centro del debate esté en la dimensión económica».
Martí enumeró los retos que tiene planteados el Ministerio de Cultura para esta legislatura: la necesaria regulación para prevenir infracciones de derechos de autor en el desarrollo de la inteligencia artificial generativa; la lucha contra la precariedad de los creadores; y la concentración empresarial, que hay que vigilar para «proteger el ecosistema cultural» de manera que «puedan convivir iniciativas pequeñas, medianas y grandes» contando siempre con el apoyo del Estado, mediante incentivos fiscales u otras medidas de soporte al sector cultural.
En relación a la inteligencia artificial generativa, Martí insistió en la importancia de garantizar transparencia y reconocimiento en este campo para prevenir infracciones graves de derechos de autor, destacando la imperiosa necesidad de establecer normativas claras. En este contexto, resaltó la creación de la Oficina de Protección de Datos como un paso adelante para salvaguardar los derechos morales y económicos de los creadores.
«RESPETAR LA PROPIEDAD INTELECTUAL Y APLICAR LA LEY»
Digitalización, internacionalización, incentivos fiscales y financiación fueron algunos de los ejes de conversación en los debates sobre la industria audiovisual, musical y editorial. La primera mesa de debate, centrada en la industria audiovisual, contó con la participación de Alberto Caballero, guionista, director y productor en Contubernio Films; María Luisa Gutiérrez, productora, CEO de Bowfinger International Pictures y presidenta de AECINE; Jordi Bosch, productor, presidente de Banijay Iberia y presidente de Asociación PATE; y Gonzalo Carrión, director de Finanzas, Marketing y Relaciones Institucionales de El Ranchito, presidente de AEPA y vicepresidente de PROFILM, DIBOOS y ALÍA.
Jordi Bosch abrió el debate señalando que la ponencia de Pau Rausell había dejado muy claro el efecto transformador que tiene la cultura en nuestra sociedad y en la economía del país, lo que rompe muchos estereotipos sobre la industria cultural, que pese a lo que a veces se dice resulta ser, como demuestran los datos, «un sector de una potencia extraordinaria y de una enorme rentabilidad para el país». Y a pesar de ello, lamentó Alberto Caballero, es un sector que sufre una gran precariedad: «Como autor, queda mucho camino por recorrer. Tener una industria potente, crecimiento y dar servicio a la sociedad pasa por la protección de los derechos de autor«, lo que según denunció Caballero es «una cuestión todavía por resolver en este país».
«La legislatura pasada se miró mucho afuera, hubo un esfuerzo del Gobierno para conseguir que España fuese un país interesante para producir, pero en esta legislatura hay que mirar adentro, porque necesitamos facilitar el diálogo entre las partes y una regulación moderna para conseguir unas relaciones más justas entre todos los actores del mercado», señaló Bosch. «Es muy importante que con los prestadores de servicios, las plataformas, los canales de televisión, que son nuestros socios y no el enemigo, tengamos una relación más justa, porque es lo que hará viables a las empresas y con ello la producción y la mejora del acervo cultural».
Alberto Caballero amplió esa reflexión considerando que «la forma real de crecimiento de todo el sector, para que los actores estén en una situación menos precaria, para pagar bien a todos los profesionales técnicos, se basa en que el productor independiente sea capaz de retener la propiedad intelectual. A partir de ahí empezaríamos a tener relaciones más justas, y habría unos ingresos recurrentes más estables, por ejemplo cuando n producto tiene gran éxito muchos años después de su primera emisión.
«Hay un modelo de financiación -apuntó María Luisa Gutiérrez- que nos permite retener la propiedad intelectual, pero es muy débil y no se puede quebrar. Una de esas películas que ha recordado el secretario de Estado de Cultura que opta a un Óscar no ha logrado financiarse en España, ha tenido que llegar capital extranjero para conseguirlo. Efectivamente toca mirar adentro». Se sumó a la reflexión general Gonzalo Carrión, aunque matizó que si bien los cambios tecnológicos vienen del extranjero porque tienen los medios, «también es cierto que ese know how se queda aquí, y lo aplicamos nosotros después, y eso es muy bueno porque nos permite ser cada vez mejores».
Era obligado abordar en el diálogo el desafío que supone la inteligencia artificial, y se plantearon dos puntos de vista diferentes: por una parte, Gonzalo Carrión señaló que utilizan inteligencia artificial en muchos procesos, porque hay que separar unos usos de otros: «Por ejemplo, el uso de la inteligencia artificial en los procesos más técnicos no me ha quitado el trabajo, me ha permitido ganar mucho tiempo que ahora puede dedicar a tareas más productivas que generan más valor»; por otra, Alberto Caballero recordó que «los algoritmos aprenden a partir de creación humana previa y esto debe ser regulado». En suma, el diálogo permitió ver la dificultad de generalizar y la importancia de tener claro qué puede hacer la inteligencia artificial en cada fase del proceso en cada disciplina creativa, porque las variantes son prácticamente ilimitadas.
«Con la inteligencia artificial -señaló Jordi Bosch- la defensa de la autoría ha de ser radical. Tenemos que conseguir que el Gobierno entienda que necesitamos un catálogo de soluciones para las productoras, porque son la herramienta que tienen los directores, los actores, los técnicos, para vehicular su creatividad. Tenemos que abrir una vía que vincule incentivos fiscales y propiedad intelectual de nuestras producciones, de tal manera que ahora que la tendencia del mercado es compartir los contenidos tengamos un instrumento para demostrar que la producción audiovisual es un sector que impulsa la economía y beneficia a la sociedad en general».
«La taquilla está hoy un 20 % por debajo respecto a 2022 -explicó María Luisa Gutiérrez- y es necesario abordar enseguida el papel del productor independiente, que no tiene capacidad financiera y por tanto no está pudiendo contribuir como debiera a la diversidad cultural, porque es muy débil». «Si el ecosistema no garantiza la independencia de los productores la homogeneización de lo que se proyecta en las salas empobrece nuestra cultura«, aseguró Gutiérrez. «Sin olvidar el drama del repertorio que no se explota, que también perjudica al espectador porque hay catálogos completos que no se están explotando», lamentó.
«La propiedad intelectual es esencial -señaló Caballero-, no podemos descuidar la protección de los derechos de autor. Tenemos normas europeas sobre transparencia, remuneración, etc. que se han incorporado a la legislación española, pero ha fallado la aplicación práctica: hay plataformas que no dan sus datos de la explotación de nuestro repertorio, y que siguen sin pagar derechos de autor, y pueden seguir operando. Es necesario que la Administración vincule la concesión de fondos públicos al cumplimiento de todas las obligaciones legales, también las del pago de los derechos de propiedad intelectual. No es de recibo tener que acudir a los tribunales solamente para obtener los datos de explotación que hace una plataforma audiovisual de nuestras creaciones».
Por todo ello, expresó Caballero que uno de los principales retos del sector es que la Administración ejerza «control y aplicación práctica de las normas vigentes sobre remuneración adecuada y proporcional al autor, exigiendo transparencia, vigilando especialmente a esas grandes plataformas».
«Es necesario -apuntó Gonzalo Carrión- que el productor independiente sea fuerte, y eso requiere más inversión y más apoyo del Estado». «Se habla mucho del crecimiento de la industria, pero la posproducción y los efectos visuales son un sector que no ha crecido, como sí ha crecido la animación desde que se redujo a 200.000 euros el límite de a deducción del art. 36.2 de la Ley del Impuesto sobre Sociedades, mientras que para la posproducción y los efectos visuales el límite es de un millón de euros». «Hay que ajustar los límites para acceder a los incentivos internacionales, porque son inasumibles por las pequeñas y medianas empresas, lo que no nos está permitiendo crecer y además impide que participemos en esas producciones internacionales y perdemos la posibilidad de obtener know how«, lamentó.
Maria Luisa Gutiérrez recordó que no es la mejor política brindar todo tipo de facilidades e incentivos a las grandes plataformas sin asegurarnos de que la propiedad intelectual propia genere beneficios entre nuestros creadores. Abundando en esa idea, Alberto Caballero concluyó que «para hacer más y depender menos de terceros en el proceso creativo y de producción hay que retener propiedad intelectual, porque es lo que permite construir empresas sólidas, con ingresos recurrentes y con más margen operativo para negociar mejores condiciones en cuanto a la cesión de los derechos de explotación».
«También hay que pensar en eléctricos, cámaras, carpinteros y tantos profesionales que ayudan a la producción, que gastan una barbaridad en inversión y no tienen líneas de ayudas específicas que les permitan competir con las producciones internacionales», concluyó Gonzalo Carrión.
«UNA DIRECCIÓN GENERAL DE LA MÚSICA E INCENTIVOS FISCALES»
En la segunda mesa, que abordó los retos de la industria musical, intervinieron Paz Aparicio, directora de WiZink Center; Íñigo Argomaniz, director ejecutivo en Promociones Musicales Get In; Almudena Heredero, directora de Ulalume y presidenta de MIM; y Antonio Guisasola, presidente de AGEDI y de PROMUSICAE.
La primera reflexión de esta mesa fue de Almudena Heredero y situó el punto de partida del debate: «La música es arte, es cultura, y también son cultura el pop, rock, el flamenco, el jazz, y preguntaría a la Administración por qué no presta más atención a las músicas actuales».
Íñigo Argomaniz arrancó recordando el importante papel que jugó la música durante la pandemia, que no solo fue cultura sino también terapéutica: «Pero ese período también permitió ver lo precaria que es la industria, y ya que hemos perdido varias oportunidades desde el 2000 al 2020 de consolidarla, creo que ahora tenemos otra oportunidad que no podemos desaprovechar». «Porque probablemente la música sea la actividad cultural que más afición mueve», abundó Paz Aparicio.
Antonio Guisasola, presidente de AGEDI y PROMUSICAE, comenzó su intervención pidiendo respeto: «A la música se la ha maltratado sistemáticamente, desde los últimos presidentes del Gobierno hasta varios ministros de Cultura, todos hablan muy bien de la música pero a la música no se le da el tratamiento que merece».
«Estamos mezclados, y lo digo con todo el respeto -añadió Guisasola-, con las artes escénicas, con el teatro, con el circo, con la danza… Hay una Dirección general del libro, otra de cine, pero no hay una Dirección general de música, a pesar de lo que representamos. Los productores audiovisuales lamentan que sus subvenciones y deducciones fiscales están muy topadas en 200.000 euros, en un millón de euros, pero las nuestras están topadas en cero, no tenemos ninguna ayuda de ese tipo, con lo que es fácil hacer cuentas». «Si de verdad creemos en la música de este país y la respetamos y queremos apoyarla, para subirnos a ese éxito internacional que tenemos, tratémosla como se merece y dejemos de utilizarla en todo tipo de eventos pero luego no le hagamos ni caso», apostilló.
Paz Aparicio explicó que acaba de regresar de Los Angeles, de un certamen en el que el Wizink Center estaba nominado como uno de los mejores cinco recintos del mundo: «No se nos ve como la herramienta que da a conocer al nuevo talento musical, con lo difícil que resulta ahora que pueda abrir una sala a menos que sea completamente privada. No hemos ganado pero hemos visto en Los Angeles un respecto por el Wizink Center y lo que representa que no vemos aquí, donde demasiadas veces se nos ve como una fuente de problemas».
«El hecho de que se haya reconocido que hace tres o cuatro décadas el cine y el teatro no hubiesen despegado sin el apoyo público pero a la música le fuese bien -reflexionó Antonio Guisasola- ha provocado que la Administración haya ido alejándose de la industria musical, a la que ven como un negocio privado al que le va bien solo. Pero mientras que los títulos de crédito al final de una película duran diez minutos, en un concierto o en un disco no se sabe que por cada profesional que está ahí hay mil detrás trabajando duro». «Pero nosotros no hemos tenido apoyo para tener un sector auditado, con promoción, con líneas específicas de ayudas. El cine está organizado porque existe el ICAA, el sector editorial tiene la Dirección general del libro, nos gustaría poder articular gustaría que las administraciones trabajen con nosotros, y para nosotros», reclamó.
Uno de los principales problemas que tiene esta industria, coincidieron Paz y Almudena, es que no tenemos un observatorio del sector u organismo similar que cuantifique lo que verdaderamente representa y aporta a la economía española la industria musical. ¿Y qué pasa con la Administración? «El Ministerio de Cultura no es de los mayores, le cuesta mucho hacer esfuerzos, y no ya subvenciones directas, si simplemente pedimos incentivos fiscales como tienen el cine, el libro o los videojuegos nos dice que «Hacienda pone pegas», y la pregunta es «¿Pone pegas solo a la música?». La respuesta es que históricamente parecía que no necesitaba la ayuda. Tenemos que reivindicar ese reconocimiento y ser más radicales en los planteamientos para pedirlo», concluyó Guisasola.
«El gran reto inmediato -apunto Argomaniz- es cruzar el charco y que la música española se haga fuerte en América como la música de América se ha hecho muy fuerte en España, y ese reto no es solo de la empresa privada y los promotores, sino también de las instituciones. Necesitamos ayudas públicas para tener artistas fuertes en los próximos años, porque es responsabilidad de la Administración defender a los creadores y a la música española».
También hubo ocasión de recordar al auditorio que la piratería digital sigue siendo un problema: «Hace veinte años nos falló el apoyo, éramos los primeros en sufrirla y estábamos bastante solos, nos decían que no se podía poner puertas al campo y cosas así, ahora que hay un apoyo decidido el problema lo tenemos un poco menos presente en el día a día porque no es tan grave como hace unos años. Pero no podemos olvidar que sigue habiendo un 32 % de ciudadanos que piratea contenidos de todo tipo. Perseguir la piratería es como barrer las calles, nunca las tendrás limpias del todo pero no puedes dejar de hacerlo un solo día», comentó Guisasola.
A modo de conclusión, la demanda del sector de la música grabada, representado por Guisasola, fue clara: «Una Dirección general de la música y un programa de incentivos fiscales como tienen otros sectores productivos de la cultura». Paz Aparicio reiteró la petición inicial del debate: respeto para el sector. Íñigo Argomaniz insistió en que tenemos una gran oportunidad para consolidar la industria de la música. Y Almudena Heredero cerró la mesa dedicada a la música señalando que la propia jornada ya es un paso adelante para el sector de la música en vivo, explicar quiénes son y a quiénes representan en un sector tan diverso.
«UN PACTO DE ESTADO POR EL FOMENTO DE LA CULTURA»
Como cierre de la jornada, Manuel González, vicepresidente de la Federación de Gremios de Editores de España y presidente de la Asociación de Editores de Madrid, protagonizó una interesante conversación con la conductora de la jornada, la periodista Yolanda Flores.
González destacó el cambio estructural de todo el sector editorial que produjo la llegada de internet como punto de partida de una serie de problemas que, con la llegada de la inteligencia artificial, paulatinamente han ido poniendo en peligro desde el derecho a la propia imagen hasta el derecho de autor.
«No somos solo parte de la industria cultural -reivindicó González-, somos una industria, sin más, y también somos parte del sector de la educación de toda la formación reglada, desde primaria hasta la formación universitaria, por ello necesitamos interlocución con varios ministerios, no solo con el de Cultura. El sector editorial español supone solo en ventas de comercio interior un total de 2.500 millones de euros, a los que hay que añadir los 500 millones en ventas de exportación a América y resto de Europa.
«Hasta 46 empresas españolas -prosiguió González- tienen 177 sellos editoriales instalados en América, que ahora mismo están aportando otros 3.500 millones de facturación, por lo que el sector mueve en total, entre pymes y grandes empresas, más de 7.000 millones de euros anuales. Se publican 85.000 libros todos los años, 60.000 en papel y 25.000 digitales. Las cifras de empleo de nuestro sector, de los 700.000 del total, en la cadena del libro hay 30.000 empleados y otros 70.000 entre librerías, distribuidoras y logística de distribución editorial. Es decir, de ese 3,2 % que aporta el PIB a la Cultura, aproximadamente la mitad la aporta el sector editorial. Ya hay 70.000 estudiantes de español en la India, cuando hace diez años no llegaban ni a 10.000. El interés por el español es gigantesco en China y otros países asiáticos.
Al mismo tiempo, «lo que aportaba la cultura a principios de siglo al PIB era del 4 % y ahora estamos en el 3,2 %. Esa pérdida de casi un punto tiene que ver en gran medida con la piratería, y el Estado ha dejado de recaudar lo que aportaba toda esa actividad», señaló González. Y recordó que el PERTE de la lengua ha desaparecido: «No tenemos ayudas oficiales para afrontar los desafíos de la inteligencia artificial, mientras que estamos desarrollando los metadatos de DILVE con una tecnología de vanguardia, en la que vamos a tener que invertir dos millones de euros en el sistema de software de identificación de los libros, y vamos a tener que hacerlo con recursos propios».
Como colofón a la enumeración de retos inmediatos de las industrias culturales analizados durante toda la mañana, en el caso de la industria editorial el vicepresidente de la Federación de Gremios de Editores enfatizó que según los datos de la ponencia inicial, ese 32 % de la población que no lee tampoco va al cine o al teatro. Es decir, un tercio de la población española no tiene actividad cultural, y eso no se lo puede permitir un país avanzado.
“Es necesario -continuó González- desarrollar iniciativas como el Bono Cultural, pero sobre todo es necesario fomentar la cultura, y eso pasa mediante un Pacto de Estado, los políticos se tienen que comprometer con ese 3,2 % del PIB porque aportamos mucho más de lo que se nos puede adelantar en forma de ayudas o incentivos.»
Manuel González concluyó afirmando que la petición principal de la cultura es, sumándose a lo apuntado en la mesa anterior por Antonio Guisasola: respeto. «Aunque creo que esto está cambiando, no nos han respetado, y si no hay respeto por la creación estamos condenados, todos, como sociedad».
Antes del comienzo del acto, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el secretario de Estado de Cultura, Jordi Martí, y la directora de Asuntos Culturales del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, Manuela Villa, mantuvieron un encuentro con el presidente de CEOE, Antonio Garamendi, el presidente de ADEPI, Antonio Fernández, y miembros de la Junta Directiva de ADEPI y presidentes de las entidades que la integran. Foto: Ignacio Gil/ADEPI.
Fuente: ADEPI